miércoles, 4 de diciembre de 2013

Sexo de Hotel



Rubia y curvas de impresión.

Tan conciso y claro como alejado de la realidad. Nadie es sólo eso, ni siquiera ella.
No nos conocemos de nada. Salvo un par de mensajes y una necesidad común, nada más nos une.
Podemos decir que buscamos sexo. Yo en ella, ella en mi. Aunque lo dudo. El sexo es sólo la gran excusa. Por ahora, la nuestra.

"Tú eres la que juegas a swinger, creo que debes empezar tú". "Para nada, tú eres la lesbiana, rompe tú el hielo".

Quedar en un hotel con alguien que no conoces es raro. Un poco.

Sí, yo soy la lesbiana. La que ama a mujeres, y algunas veces, hasta tiene la suerte de que alguna la ame. La que las desea siempre.

Al final, empezó ella. A mi me dolían demasiado las cicatrices de mi último amor, y se me estaba haciendo dura la terapia.

Fue un sexo extraño, tierno, divertido, triste, excitante. Yo no sé cuál era su herida. Pero, lo que sé, seguro, es que todos tenemos heridas.

Pasé horas entre sus pechos. No me dormí, no era ese tipo de sexo. Pero sí que me abandoné, porque sólo el abandono te hace fundirte con la otra persona.

"¿Quedaremos otro día?". "Claro que sí. He disfrutado mucho contigo". "Llámame". "Lo haré".

Sí, lo haré.



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